La tarde de hoy les traemos las historias relatadas el domingo ocho de noviembre, en nuestra octava emisión.
La primera historia es relatada por una dama, la cual pidió dos canciones para acompañar su recuerdo.
Saludos, estimada licenciada. En primer lugar, permítame felicitarla por tan maravilloso programa que nos permite recordar cosas maravillosas que tenemos guardadas en el cofrecito de los recuerdos.
Verá, licenciada... Conocí a mi pareja cuando yo tenía 16 años. Creo que fue amor a primera vista, pero con mucha pena a esa edad mis padres jamás iban a aceptar que yo me enamorara ya que para ellos yo todavía era una niña y no podía enamorarme.
Este joven, del que quedé flechada, estudiaba en Guayaquil y venía los fines de semana a visitar a sus padres. Yo simplemente lo veía pasar.
Me enamoré locamente de él y él de mí. ¡Ambos sentíamos mucha atracción! Pero mis padres se enteraron, y como le dije licenciada, no aceptaron. Mi madre me dijo:
—Hija, estudia primero. Estás muy joven todavía. Goza de tu juventud, sé profesional y después tendrás mucho tiempo para enamorarte y disfrutar con la pareja que escojas... Además, tu padre jamás lo va a permitir. Concoes cómo es él. El anhelo que tenemos es que seas una mujer profesional, que puedas trabajar en un futuro y además cuando piense en el matrimonio, tengas una profesión y un empleo para que obtengas tu independencia económica. Hija, no te cases jovencita..., después vienen los arrepentimientos porque no has disfrutado de la vida. Ya sabes que lo primero que vienen en camino son los hijos.
Con todo lo que mi madre me dijo, me calmé y un poco y me dediqué a estudiar. No tuve contacto con esa persona; traté de alejarme lo más que pude. Terminé mi carrera de economista y por circunstancias de la vida me presentaron una propuesta de trabajo en Latacunga y me fui. Por allá conocí a otra persona y empezamos a salir pero no funcionó.
Pasó el tiempo y me volví a encontrar con mi primera ilusión. Cuando nos vimos, me di cuenta de que no lo había olvidado, de que todavía sentía algo por él y creo que él también. Nos saludamos y me preguntó:
—¿Qué es de tu vida?
A lo que contesté:
—Me hice profesional y trabajo en Latacunga.
Entonces él dijo:
—¿Sabes? Desde la primera vez que nos conocimos, jamás dejé de pensar en ti. Tuve un compromiso pero no funcionó y me separé. No sé si te gustaría intentarlo de nuevo..., después de todo, ya somos adultos y sabemos lo que queremos.
Yo acepté, así que estuvimos 6 meses de enamorados formalmente. Después hablamos con mis padres para que me dieran el consentimiento de casarnos y así fue: nos casamos y tuvimos 4 hermosos hijos (tres mujeres y un varón).
Creo que hemos sido felices. Nos hemos respetado mutuamente. A nuestros hijos los supimos criar con valores y sencillez. Aún sigo amando a mi viejito a pesar de la edad que tenemos. Nunca nos hemos faltado el respeto y mis hijos nunca vieron mal ejemplo.
Ha sido un amor duradero...
Felicitaciones a nuestra amiga oyente que ha tenido una vida satisfactoria en todos los aspectos y que goza del amor del hombre del que se enamoró por primera vez siendo una joven y del que sigue enamorada hoy siendo una mujer hecha y derecha. Una historia como las que nuestras madres desearían para todos nosotros, ¿no?
Historia emitida 08/11/2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario