domingo, 20 de diciembre de 2015

8vo programa: Engañada y dolida.

La noche del ocho de noviembre contamos dos historias. Para finalizar el programa, ésta fue la última en relatarse, desde la perspectiva de una dama a la que el amor le dejó un trago amargo...

Saludos cordiales, Radio Farra.
Me siento emocionada de saber que en esta emisora contamos con un programa dedicado a las historias, a lo mejor de nuestras infancias, a lo mejor de nuestra actualidad. En fin, nos hacen recordar aquellos momentos tan bonitos, o tal vez un poco melancólico pero que al final es hermoso recordar.
Sra. Bexy: mi historia de amor empezó cuando yo tenía 19 años recién cumplidos. Me enamoré de un chico que siempre iba a la puerta de mi colegio. Nunca se me acercó.Cuando yo era estudiante, él iba por otra chica y siempre lo veía. Pasó el tiempo y nos encontramos en una fiesta. Desde ahí nos hicimos enamorados. 
Estuvimos juntos 3 años pero discutíamos porque él era un hombre muy celoso; no permitía que nadie se me acercara porque eso lo enojaba. Sin embargo, yo lo quería y le perdonaba sus berrinches. Él me decía que me celaba porque me quería y como yo estaba enamorada, le creía lo que me decía. Tampoco le gustaba que saliera sin avisarle. Yo le contaba a mi hermana y ella me decía:
—Ñaña, no te confíes. A lo mejor es un hombre muy mujeriego y quiere taparlo aparentando que por celoso no quería que tú salieras. No te confíes. A mí no me da buena espina, pero allá tú.
Ay, sra. Bexy... Dicen que el amor es ciego y es que así se pone una cuando está enamorada.
Él era todo un hombre detalloso que siempre me decía que me amaba. Lo que nunca pensé es que me fuera a traicionar con una de mis primas. ¡Estaba conmigo y al mismo tiempo vacilaba con mi prima! Qué dolor tan grande, porque mi prima sabía de nuestro romance... Qué traicioneros los dos.
Cuando me enteré, sentí morir. ¡No lo podía creer! Esperé encontrarnos como de costumbres y le pregunté cara a cara lo que estaba sucediendo, y tuvo la audacia de negarlo todo. Esa tarde lo dejé botado y me fui a la casa de mi prima. Le pregunté y ella también me lo negó.
Me sentí confundida así que llamé a mi amiga y le pregunté:
—¿De dónde sacaste que ellos dos andan juntos si me aseguraron que no es cierto?
Entonces ella me contestó:
—Si quieres creerme o no, allá tú. Después no digas que soy mala amiga porque no te lo dije. Yo los he visto juntos y bien románticos para ser sincera. Los dos te están engañando.
No sabía que hacer. Yo lo amaba pero al mismo tiempo me sentía engañada. Quise asegurarme con mis propios ojos así que en una ocasión que me avisaron que mi prima había seguido, aproveché y la seguí. Sentía que todo mi cuerpo se desmayaba pero me mantuve fuere porque sabía que era la única manera de salir de dudas. Y efectivamente, lo comprobé: los dos me estaban engañando. Los enfrenté diciendo:
—Sólo quería comprobarlo con mis propios ojos, canallas. No quiero verlos nunca más.
Me regresé destrozada. Llamé a mi amiga y le conté lo sucedido. Sra. Bexy, eso me marcó de por vida: tanto así que no podía enamorarme otra vez... Sentía tanta desconfianza...
Al tiempo conocí a un jhoven que se enamoró de mí pero yo no podía. Pasó el tiempo y me casé con él, pero sin amor. Aún estamos juntos y creo que aprendí a quererlo. Le conté lo sucedido y él me comprendió. Me dijo que poco a poco lo iba a amar, porque él se encargaría de que eso sucediera. Él me ha respetado siempre y es un buen hombre.
Dios me bendijo después de haber sufrido tanto: apareció otra persona con un gran corazón y ahora tenemos dos hijos. Él ya tenía otra hija pero nos llevamos bien. Ha sido la cura para mi corazón roto.
Que el amor es ciego y la locura lo acompaña dicen... pero a veces no es amor. A veces no nos aman como nos dicen hacerlo, ni nosotros amamos como pensamos. A veces simplemente es ilusión, obsesión o la confusión de sentir por primera vez cosquillas en el vientre y el corazón latir a mil. Así que nos sentimos desorientados (y de ahí que digan que la locura nos toma de la mano) y creemos con toda la fuerza que tenemos, nos entregamos por completo sin dejar nada para nosotros, pensando que lo que recibiremos de la otra persona será suficiente para suplir ese vacío que creamos por nuestra propia cuenta. Y cuando nos engañan o nos dejan, no tenemos nada con qué aferrarnos y decidimos no volver a creer, porque nos harán daño. Pero qué equivocados que estamos, porque el daño que nos puedan hacer está determinado por la tolerancia que tengamos hacia este y el amor que tengamos por nosotros mismos. Antes de amar a otra persona, hay que recordar que nadie es indispensable y la única persona que quedará con nosotros hasta el día de dormir bajo metros de tierra o volvernos cenizas somos nosotros mismos... Por lo tanto a quien primero debo amar es a mí misma. Usted a usted mismo.
El punto es el amor no es el que nos daña, si no que nuestros errores y las pocas fuerzas que ponemos en solucionarlos son los que le dan la mala fama y por eso muchos no vuelven a creer.
Historia emitida: 08/11/2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario