sábado, 21 de noviembre de 2015

¿Quiénes somos?

Y después de varias semanas estando al aire y contando las historias por este medio, es hora de darles un indicio de quiénes estamos detrás del micrófono y el monitor.


~*~

Lcda. Bexy Santos de Narváez, conductora y productora del programa Historias de Amor.
«No des puntapiés a las colmenas, es decir; no le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti», es lo que suele decir al culminar el programa orientativo «Vida familiar» del cual también es conductora, y con esta frase se caracteriza por ser una mujer luchadura y que no desea mal al que se lo proporciona. Bendecida por tener una familia que la quiere y que está con ella en las buenas, en las malas y en las peores. Oriunda de Flavio Alfaro, reside en Portoviejo desde los quince años, y a sus cinco décadas, dedica su amor a la ciudad que la vio crecer.
Enseña a niños de primer año de básica en la escuela fiscal Gran Colombia y su adoración son sus pequeños. Tanto los niños de Rocafuerte (a los que dio clases por más de quince años) como sus pequeños de la actual escuela la conocen como la Tía Bexy, una mujer llena de amor para su trabajo y su familia.
Es una persona muy curiosa y le gusta estar investigando sobre cosas que no conoce, especialmente sobre las frutas y las plantas y las propiedades que estas contribuyen a la salud. Cree ferviertemente en Dios y en los ángeles y arcángeles, y siempre está pidiendo por su familia y por los que más lo necesitan.
Para ella, el amor va más allá de las palabras. Se demuestra con actos y debe estar acompañado del respeto que cada ser humano se merece. Como en todo matrimonio, ha tenido altos y bajos con su esposo, Víctor, pero ambos han superado las adversidades y se han demostrado que las imperfecciones del ser humano se pueden reparar y complementar con el amor que nace de sus corazones.
Bexy Jesús del Consuelo es mucho más que este párrafo, pero he aquí una breve descripción de la dama a la que escuchan contar las historias más bonitas y tristes de amor cada domingo al caer el sol.


Bexy Stefanía Narváez Santos, locutora del programa Historias de Amor.
Conocida por ser la intérprete de la canción de los programas «Salud llegó el doctor» y «Vida familiar», y por ser la hija de la licenciada Bexy. Con 18 años, es una joven soñadora y llena de entusiasmo por la vida. Su amor son los gatos y su familia. Los amigos para ella también son una prioridad importante en la vida, la cual es indispensable para ser feliz.
Es una chica creativa y llena de ideas que, cuando las plasma, logra muchos cambios. Le gusta la historia y la música; desde pequeña aprendió a entonar el piano y se desenvuelve bastante bien en este ámbito. 

Constantemente está rescatando animalitos y ubicándolos en hogares donde los puedan querer y cuidar como ella sabe hacerlo con los suyos.
A pesar de la edad que tiene, no teme expresar sus ideas y sus emociones cuando es necesario, y esto es lo que la hace única y adorable.
Tiene un corazón noble e inocente, por lo que sus padres la cuidan como un tesoro. Por otra parte, ella adora a sus padres y los atesora de la misma manera. Está consciente de que sus enseñanzas la han convertido en la persona que es ahora, y es por esto que los cuida con cariño.
Aunque no es una persona con experiencia, ve al amor como algo magnífico y grande que hay que proteger y cultivar día a día para que este no caiga en las manos de la costumbre ni del resentimiento.
Hay mucho que decir sobre una persona tan joven y carismática como Bexy Stefanía, pero entre palabras y palabras, les hemos presentado a nuestra querida relatora de sus historias de amor.


María Esperanza Álava Zambrano, relatora de Historias de Amor y editora del blog.
Son 19 años de vida y nunca ha perdido el momento de expresar sus emociones en párrafos, poemas e historias. Romántica empedernida y soñadora sin fin. Le gusta escribir novelas y pensamientos que suele subir en su blog y compartirlos con sus amigos y familiares, a quienes atesora con todo su corazón y dedica bastante tiempo.
Ama a los animales (en especial a los gatos), y los rescata cada vez que puede junto con Bexy Stefanía (ambas son primas). Con ella disfruta de los fines de semana mientras comen chocolates y ven películas.
La música es parte de su día a día al igual que las puestas de sol, las cuales le fascina ver y fotografiar con su celular. Le encanta disfrutar de los momentos con la intensidad con que estos llegan y rememorarlos en cada paisaje que ve.
Suele estar acompañada de un cuaderno por si se inspira y necesita escribir, y casi siempre tiene un libro a la mano, dejando que su imaginación vuele lejos de la realidad.
María Esperanza es una joven que, como muchos, cree en la sinceridad y la pureza del amor, y tiene la esperanza (como su nombre) de que algún día llegue para ella un amor tan bonito e incondicional como el de su madre.
Las palabras quedan cortas para relatar a una persona, pero entre expresiones y emociones, les hemos presentado a nuestra querida editora del blog.

martes, 17 de noviembre de 2015

7mo programa: Él me mintió.

Y para concluir con las historias que contamos el domingo 1 de noviembre, aquí está el triste relato de una dama que pidió la melodía «Él me mintió» de Amanda Miguel y «Volver a comenzar», de Silvana.


Permítame felicitar el programa. Es excelente, lcda. Gustosa de saludarla y agradecer por permitirme recordar con mucha nostalgia los momentos vividos...
Lcda. Bexy: en el año de 1971 conocí a un hombre mayor a mí cinco años. Mis padres nunca lo aceptaron pero yo me enamoré profundamente de él: por su forma de ser, por ser un caballero, por ser muy educado, por tratarme tan bien... Él era detalloso en todos los aspectos y a pesar de que mis padres no lo aceptaban, yo seguía enamorándome de él. 
Un año después (en el 72), me propuso matrimonio y yo acepté. Mi padre no estuvo presente en la boda, lo cual me dolió demasiado. Pero eso era un indicio de que lo que había empezado mal, acabaría igual. Lo que más me afectó, licenciada, es que el hombre al que yo había entregado todo mi amor me falló... Dos meses después de habernos casado, apareció una señora con tres hijos diciendo que él era su esposo y que tenían una familia. ¡Yo no supe qué decir! Mi corazón se hizo pedazos en ese momento. Miré a los niños y me pregunté a mí misma «¿qué hice?», «¿por qué a mí?» «¡Mi padre tenía razón!». Él me había dicho:
—Hija, no te cases con él. No me parece muy sincero este hombre; es muy empalagoso...
Recuerdo aquellas palabras de mi padre y el hecho de que no le hice caso.
—Pensé que me era sincero —le dije a la señora—. No se vaya, espere hasta que llegue mi esposo, por favor...
Y así hizo. Cuando él llegó, uno de los niños corrió hacia sus brazos y le dijo «papito, ¿dónde estabas? Te quiero mucho».
Créalo, licenciada, me sentí morir. Por su parte, él no supo qué hacer ni qué decir. Se puso pálido y nervioso. Ella lo increpó:
—¿Por qué nos dejaste? Te fuiste sin decir nada y te casaste con otra persona, teniéndonos a nosotros. ¡Dime, ¿qué te hicimos?! ¿Por qué te fuiste?
Yo no resistí más y entré a mi casa (ya que estábamos en el patio) y me puse a llorar. Él entró y me dijo:
—Negra, sé que te he decepcionado. Te he fallado por no decirte que tenía tres hijos. ¡No quería perderte! Es que yo te amo de verdad y por eso me casé contigo. Lo de esa señora sólo fue una aventura. Yo no estoy enamorado de ella.
Y yo le contesté:
—Si fue una aventura ¿por qué tuviste tres hijos ¡de ella!? Aunque no estabas casado ya tenías una familia y esos niños no tienen la culpa de todo esto... Ten la bondad, no te quiero ver nunca más. Voy a superar esto algún día, así que vete.
Me separé de él, licenciada. A los dos años me comprometí con otra persona y tuve una sola hija, pero nunca más fui feliz, porque ese engaño me marcó para toda la vida...

Qué difícil que es la vida. Haberse enamorado tan perdidamente de alguien y haber sufrido este pesar dos meses después de la boda... Pero cada quién conoce sus batallas y lo complicado que es sobrellevarlas.
A veces nuestros padres se oponen a ciertas decisiones que deseamos tomar, pero su experiencia y ojos atentos se dan cuenta de esas cosas importantes que nosotros, enamorados, no podemos ver. Y por eso escucharlos no nos hace daño. Siempre digo: ¿cómo podemos estar tan seguros de conocer totalmente a alguien más, si nunca llegaremos a conocernos completamente a nosotros mismos?
Amemos, sí, pero démonos el derecho de dudar, porque nadie es cien por ciento bueno en esta vida, ni nadie es cien por ciento malo.
Historia emitida: 01/11/2015.

7mo programa: Consejos para un joven.

¡Queridos amigos! Les saludo desde el otro lado de la pantalla.
La noche de hoy les compartiré las historias que se contaron la tarde del domingo primero de noviembre, y así pronto llegaremos hasta las últimas que hemos relatado. (Disculpen siempre la demora en subirlas).
Iniciamos con una historia relatada por una persona joven, tal vez adolescente, que decidió con valentía escribirnos:
Saludos a las personas que conforman el programa "Historias de Amor". A pesar de ser joven, me ha motivado escribirles mi historia.
Conocí a una chica hace tres años en mi colegio. ¡Me movió el piso!, y me enamoré profundamente de ella. Pero de un tiempo para acá, la observo distinta. Le pregunto ¿qué ha pasado?, y ella me contesta que «nada». Pero a través de las redes sociales, descubrí que se escribe con otra persona. Así que le pregunté por qué tenía esos detalles con esa persona y me contestó que «esa es su vida». 
En realidad, no sé qué hacer. Mis amigos me dicen que la han visto con esa persona, y ¿yo qué hago si me siento desesperado? Es que tampoco quiero que me vean la cara... ¿Me podrían orientar?
Querido joven: estás iniciando una etapa de la vida en la que es correcto sentir algo por alguien más, que puede ser de tu misma edad o unos años mayor que tú (porque no todos tienen los mismos gustos o no todos viven las mismas circunstancias). Pero hay ciertas cosas que los adultos no nos enseñan porque no lo creen necesario, o al menos no lo demuestran con sus acciones para que ustedes, los jóvenes, aprendan. Y entre esas cosas está el ser libres y dejar que los demás lo sean (recuerda que ser libre no es lo mismo que ser libertino); respetar el espacio de los demás para que respeten el de nosotros.
Puedes sentir celos porque estás experimentando nuevas sensaciones; puede no gustarte el hecho de que ella se escriba con otra persona, pero no te asfixies con eso. Si ustedes dos son pareja (o novios, como lo llaman ahora), comunícale tu pesar para que lo resuelvan en paz y con tranquilidad, pues eso es lo que deberíamos hacer incluso los adultos (que muchas veces nos exaltamos sin escatimar en los sentimientos ajenos). Y eso, la comunicación, es otra cosa que no nos enseñan, ni con acciones.
En caso de que no sean pareja, no presiones a la dama. Tal vez ella no tenía las mismas intenciones contigo que las que tú tenías con ella. Si le preguntas y aclaras el tema, te podrías dar cuenta de cuáles son sus sentimientos y pensamientos. No podemos intentar conocer a las personas sólo por lo que vemos o lo que nos cuentan.
También recuerda que a nadie le gusta que le impongan las cosas, peor las relaciones. Si vas exaltado a preguntarle qué sucede, ella va a responder a la defensiva, como lo harías tú, como lo haría yo; porque es la forma en la que los humanos reaccionamos cuando nos sentimos incómodos con una exigencia mal planteada.
Y no te dejes llevar por el qué dirán, o por el orgullo que nos hace elevar el pecho intentanto ser grandes. ¿Que te vean la cara? ¡Corazón, si ella te engaña, no te está viendo la cara! Está quedando mal ella porque no demuestra sus valores. Tú siéntete tranquilo si la situación es así, porque es una enseñanza que te da la vida, pero no lo tomes como algo que hiera tu orgullo. Eso es algo que a la larga nos daña y nos hace fríos y distantes, y nadie nació para vivir frío o distante del resto.
Tómalo como el consejo de alguien que quiere que estés bien y piensa siempre antes de actuar. Si los adultos no te enseñan las cosas buenas de la vida, apréndelo en cada lección que ésta te dé.
Historia emitida: 01/11/2015.

domingo, 15 de noviembre de 2015

6to programa: Procuro olvidarte.

Esta historia que leerán a continuación, le sucedió a un caballero que dio su corazón a una dama que no supo valorarlo como él a ella, y aun así, no lo lamentó.




Lcda. Bexy. La saludo cordialmente y a la vez la felicito por tan hermoso programa. Créamelo, me transporta a mi juventud, a mi época de enamoradizo, porque le confieso: fui un hombre al que le encantaba enamorar a las muchachas de mi época. Conocí a muchas, es cierto, pero una de ellas, sólo una de ellas, me marcó de por vida...
Resulta que a esa dama la conocí en un hospital. Yo había ido a visitar a un amigo que estaba delicado de salud y ella estaba cuidando a su hermano que estaba enfermo. Nos hicimos amigos y le pregunté dónde vivía. Al siguiente día volví al hospital con el pretexto de ver a mi amigo, pero mis razones eran otras: ella; volverla a ver y conversar nuevamente con ella.
Pasó el tiempo..., la volví a ver un día saliendo de la iglesia y le pregunté:
—¿Cómo hago para conversar con usted?, porque en realidad me gusta mucho...
Ella agachó la cabeza y sonrió. Pensé: «¡yo también le gusto!».
A los tres meses, me animé y le fui a dar una serenata, pero pasé el susto de mi vida porque el mamá me descubrió y se enojó tanto que nos corrió. Recuerdo que gritaba:
—¡Salgan de aquí! ¡Quiénes serán ustedes que nunca los he visto por aquí!
Sin embargo, no me di por vencido. Me dije: «a esta hembrita yo me la conquisto porque me la conquisto». Aprovechaba cualquier oportunidad para verla, hasta que un buen día pude encontrarme con ella a solas y desde ese momento nos hicimos enamorados. Le confieso que llegué a amarla de verdad. Casi no me acercaba mucho a su casa porque al papá no le gustaba y ella me pedía que no lo hiciera porque su papá era muy celoso con ella y sus hermanas. Así que nos veíamos cuando podíamos, pero cada encuentro (por más corto que fuera) era muy hermoso.
Un día, un amigo me contó que la había visto irse con otro amigo mío. Yo simplemente no le cría. Le dije:
—No ha de ser, son tres hermanas. Tal vez te equivocaste.
A lo que él me contestó:
—No, amigo. ¡Es la misma enamorada tuya!
Traté de averiguar bien y, efectivamente, era cierto. Mi corazón se rompió en pedazos y fui ahí que me di cuenta de que realmente la amaba... Esa noche me reuní con unos amigos y desahogué mis penas en licor.
Pasó el tiempo y me encontré con mi amigo, ahora el esposo de mi gran amor. Me saludó muy atento y me preguntó:
—¿Qué es de tu vida hermano?
Yo respondí con un pesar incontenible:
—Bien, amigo. Me comprometí y tengo tres hijos.
Él, contento, exclamó:
—¡Qué bien! Me alegro de saber que estás bien. Yo también me comprometí con la mujer de mi vida.
Al escuchar esas palabras, sentí la muerte. Nos despedimos y a los cuatro meses nos volvimos a encontrar y me dijo:
—Hola, mi hermano. Contigo quiero hablar.
Recuerdo que el corazón se me aceleró. Pensé que tal vez se había enterado de que yo había sido enamorado de la que ahora es su esposa. Sin embargo, lo que me dijo fue aún peor:
—Quiero que seas el padrino de mi hija. La vamos a bautizar.
Yo no sabía qué decir. Él se preocupó y comentó:
—¿Qué sucede? Te pusiste rojo.
Yo me contuve y contesté:
—Me has sorprendido. No me lo esperaba... ¿Cómo así?
—¿Sabes? Aunque no nos hemos visto muy seguido, siempre te tuve consideración y quiero que seas mi compadre.
—¿Pero ya sabe tu esposa? —pregunté.
—Por ella no te preocupes, yo le digo y no pasa nada. Es más, te invito este fin de semana a mi casa, para que conozcas a tu ahijada.
No supe qué más decir. «Yo te aviso», fue lo único que salió de mis labios. Le comenté lo sucedido a mi compañero de colegio (el que me había contado de su relación) y me dijo:
—Hermano, lo pasado es pasado. Tristemente no sucedió nada con ella, son cosas del destino. Él es tu amigo, así que ve.
Y así fue: me armé de valor y fui a visitarlos. Cuando ella me vio, actuó como si nada, como si recién me conociera; en cambio yo..., yo estaba nervioso. Entramos a la casa, estuve ahí más o menos una hora y les dije que aceptaba ser el padrino de su hija.
Para no alargar la historia..., somos compadres. ¡Soy el padrino de la hija de la mujer a la que tanto amé! Con su esposo somos muy buenos amigos, pero aún me duele y a veces me pregunto «¿será que la estoy pagando por haber sido muy coqueto en mi juventud?». Mi pareja conoce mi historia. Ella me dijo:
—Son cosas que pasan en la vida; además, es pasado. Vive el presente que es lo que tienes ahora.
Llegué a amar a mi esposa; ella es una gran mujer con mis hijos y conmigo. Pero ahora que tengo 68 años y estoy bastante enfermo, pensando en los días que me quedan por vivir, recuerdo aquella dama de mi juventud como algo que fue y no pudo ser más.
Siga adelante con su programa, porque nos permite desahogarnos de cosas que tenemos guardadas en nuestros corazones.
Estimado amigo oyente, nos ha sacado un suspiro de tristeza con esta melancólica historia. Hemos escuchado muchas veces que incluso a los coquetos les llega «su dura», aquella dama que los engancha y les pone los pies en la tierra mientras da alas a su corazón y los lleva volando por las nubes. Pero no todos viven la felicidad de disfrutar el vuelo con ella. Como le sucedió a usted, le ha de haber pasado a tantos quienes han de comprender su dolor...
El destino, aquel caprichoso que juega con nosotros y nos tiene entre lo caliente y lo frío, entre la claridad y la oscuridad, entre lo dulce y lo amargo pero que nunca nos deja poner los pies en una sola tierra. Sí, ese destino que tiende a dar giros que nos dejan de cabeza... Y que a usted le dio el título de compadre, a ese destino no hay que subestimarlo, porque nos constantemente nos sorprende con los arrebatos más extraños e inesperados en nuestras vidas.
Pero viva feliz su presente, como le dice su amigo y su esposa y permítase disfrutar de lo que tiene, porque eso es lo que cuenta ahora.
Historia emitida: 25/10/2015.

6to programa: Lástima de amor.

La siguiente historia, fue relatada vía Facebook por una amiga oyente, quien pidió la canción «Lástima de amor» de Los Yonics. 


Nos escribió lo siguiente:
Buenos días lcda. Bexy. Le escribo para contarle mi historia de amor y a la vez pedirle su opinión acerca de lo que estoy pasando.
Conocí a un caballero chileno hace cinco años. Es gerente de una empresa a nivel nacional (venta de libros) por lo que hace visitas a las instituciones donde tiene contratos para saber cómo van los vendedores a nivel nacional. Cuando lo conocí, yo estaba con una amiga. Él se nos acercó, saludamos y empezó a hablar de la empresa a la que él representa. Mi amiga se interesó por un tomo, así que solicitó nuestro número de teléfono. En la tarde me llamó para hacerme una invitación a servirnos algo y conversar... ¡Él quería ser mi amigo! Yo acepté y determinamos una fecha. Aquel día, fuimos a comer. En ese primer encuentro me dijo que yo le gustaba.
Pasaron los días y nos hicimos enamorados. En el trato, sra. Bexy, no tengo queja alguna. Él siempre ha sido un caballero; me ha respetado y ha sido educado.
Él se hospedaba en Guayaquil y venía a verme a Portoviejo. Un día me dijo que quería hacer el amor conmigo, pero yo no quise así que me dijo:
—Bueno, si no quieres, no te obligo. Pero dime algo, ¿por qué no quieres?
Yo le contesté:
—Porque mi anhelo es hacerlo con la persona que va a estar a mi lado siempre... Tú no eres de aquí y te puedes ir como si nada.
Pero él replicó:
—Al menos te queda como recuerdo de haberlo vivido.
Aquella vez no pasó nada. Seguimos siendo enamorados pero a distancia. Nos empezamos a comunicar por correo y por teléfono también. Él siempre me ha invitado a su país.
—¡Ven a visitarme! —me suele decir.
Las tres veces que me he decidido a viajar, han existido contratiempos. Siempre algo pasa y el viaje se me hace nada.
Una ocasión que estábamos conversando, me pidió que abriera un perfil de facebook para chatear con él por esa vía, así que hace unos días lo hice, tal y como él quería. Uno de esos días, él estaba de cumpleaños, así que le envié varias frases, entre ellas una que decía «mi amor, ¡feliz cumpleaños! Te amo.», y le coloqué una imagen bonita. Pero él respondió: «mmm... plos». Confuso, ¿no? Así que lo llamé para aclarar ese mensaje que no lograba entender. Le pregunté por qué me había contestado así y él se quejó diciendo:
—¿Por qué abrió un facebook sólo para mí? No veo ningún familiar suyo y además lo ha creado con otro nombre, no con el suyo. En cambio en el mío yo sí tengo a mis amigos. Ellos piensan que su facebook lo he abierto yo (como para aparentar que tengo novia). No me creen que ha sido usted. No voy a negar que se pasó con el mensaje de felicitaciones, muchas gracias por eso. Igual la quiero.
Yo lo escuchaba por teléfono sin decir una palabra, entonces él continuó:
—¡Pero venga a mi país a conocer a mi familia! Y después, poco a poco la voy a presentar a todos —su voz era apremiante, luego cambió el tono a una mayor exigencia y molestia—: ¡Hágalo! ¡Siento que ha querido manejar dos cosas a su manera! Ha querido dañar mi reputación de soltero ante mis amigos (por lo del facebook) y no viene a mi país. ¡Le repito, la invito a que venga!
¡Estoy confundida! Primero me dice algo y después se siente tan inconforme y dice otra cosa. ¿Cómo puedo continuar con esta relación si su forma de ser es tan exigente conmigo? Ya no soy una adolescente, licenciada, soy una mujer hecha y derecha. ¿Entonces por qué me sucede esto?
Querida amiga... Aunque desconozco la edad que tenga, si usted se considera una mujer hecha y derecha, es hora de que ponga las cartas en la mesa y que aclare, tanto para usted misma como para él, si esa relación tiene futuro o no... Las distancias suelen complicar bastante las relaciones, si es que estas no tienen una base sólida en la cual construirse. Así que pregúntese a usted misma: ¿es esto lo que quiere? ¿Se siente completa con esas conversaciones a distancia y esos pequeños encuentros que se dan cuando él viene a su país?
Tal vez necesitan mejorar la comunicación entre ambos, porque existen tanto malentendidos que quedan sin aclararse cuando el orgullo y la inseguridad se permiten intervenir en la relación. Si siente que su amor es más grande que eso, ¡aventúrese! Pero asegúrese que esté pisando tierra firme..., porque su vida es preciosa como para dejarla que se hunda en arena movediza.
Y si estos consejos no le ayudan, ¡escuche a su corazón! ¡Preste atención a su mente! Y sobre todo, ¡permita que su alma se sienta en paz con las decisiones que vaya a tomar!
Historia emitida: 25/10/2015.

sábado, 14 de noviembre de 2015

5to programa: La pareja ideal.

¡Queridos lectores (y amigos oyentes)! Primeramente, les debo una disculpa por la demora en subir las historias de amor que relatamos en el programa del mismo nombre. Ha sido un tiempo desde la última actualización y aunque nos habíamos comprometido a subir cada uno de los relatos, les hemos incumplido.
¡Pero el día de hoy les traemos todos los que faltan!

La historia con la que comenzaremos fue relatada en anónimo por una fiel oyente del programa, que nos escribió lo siguiente:
Saludos efusivos, señora Bexy. En primer lugar, permítame felicitarla por su excelente programa. Créame, escuchando las anteriores historias, me he motivado a contarle la mía, aunque es algo corta...
En el año de 1981 (cuando yo tenía 21 años) conocí a un joven muy apuesto, educado y respetuoso. Nunca me trató de «tú», siempre fue «usted». 
Nos veíamos a escondidas porque mi padre era demasiado estricto con mis hermanos y no se diga conmigo que era su única hija mujer (soy la penúltima de mis hermanos).
La primera en enterarse fue mi mamá. Como sabía cómo era mi papá, me dijo:
—Hijita, por favor, termina esa relación. Tu papá jamás va a aceptar que tú estés enamorada.
En realidad no sabía qué hacer porque me había enamorado como nunca. ¡Amaba a ese hombre! Él también le tenía mucho respeto a mi papá porque sabía cómo era.
Un tiempo después, se enteraron mis hermanos y por último, mi papá. Un tío se lo había contado así que me torturó para que le confesara. Sin embargo, me aguanté los golpes y armándome de valor le dije que sí estaba enamorada, que no era nada malo, que él (mi enamorado) quería hacer las cosas bien; ¡quería casarse!
Esa noche mi papá se enfermó del coraje. No sabíamos qué hacer... A los tres días le mandé una carta al dueño de mi corazón contándole todo lo que había sucedido. Me respondió en otra carta diciendo:
—¿Sabe qué? No pasemos más tiempo. Pase lo que pase, nos seguiremos amando más y mamá. Voy a decirle a mi papá para armarnos de valor y pedir su mano en matrimonio. Me quiero casar como Dios manda... ¿Usted qué dice? Si me acepta, el próximo mes que mi papá llega de su viaje vamos a su casa. ¡Pase lo que pase, le juro que usted será mi esposa y la madre de mis hijos!
Cuando leí la misiva, yo temblaba sólo de pensar... Verlos llegar a mi casa y ver a mi papá enojado.
Para no hacer larga mi historia, él cumplió; cuando llego el papá, buscaron padrinos y vinieron a mi casa. Le confieso que nunca había sentido tanto miedo como aquella noche. El padrino que buscó era una persona muy amiga de mi familia, tanto que mi papá estimaba mucho a la de él. Aun así, yo no salía de mi cuarto, pero escuchaba cuando el amigo le decía a mi papá que mi enamorado lo había buscado de padrino para pedir la mano de su hija en matrimonio.
—Él es un buen muchacho con muy buenos sentimientos y quiere casarse con su hija.
Sin embargo, mi papá se levantó como queriéndole pegar a mi enamorado pero mi mamá lo detuvo del brazo diciéndole:
—¿Qué vas a hacer? ¡Por favor, tranquilízate! Es peor que nuestra hija se nos vaya si usted la niega en matrimonio.
Mi papá se sentó, dio un golpe en la pared y exclamó:
—Si supieran que es la niña de mis ojos... —luego miró a mi mamá y le dijo—: ¡Llama a esa sinvergüenza!
Mi mamá me llamó, pero yo no me atrevía a salir... Tenía mucho miedo. Cuando salí, saludé nerviosa con la cabeza agachada. Mi papá me preguntó:
—¿Cierto que estás enamorada de este señor?
Miré a mi enamorado y él me devolvió la mirada con angustia. Me arrecosté al lado de mi mamá y le respondí con voz muy baja:
—Sí, papá. Estoy enamorada.
Al escucharme, cerró los puños muy fuerte, suspiró y se quedó en silencio. Al rato, levantó la cabeza y dijo:
—Está bien, pero eso sí, caballero: no los quiero cerca de mí, porque donde usted maltrata a mi hija, ¡no sé qué le haría!
Así que, tres meses después, ¡nos casamos! Tuvimos cuatro hijos: dos mujeres y dos varones; y hasta ahora nos seguimos amando... Es un amor tan bonito; siempre nos hemos respetado, nunca nos hemos tuteado. La mayor parte del tiempo la hemos pasado juntos. Ya tenemos nietos y mi familia es toda una adoración. Es cierto que sufrimos mucho cuando éramos enamorados, pero de casados hemos vivido una vida llena de regocijo. Le doy gracias a Dios por la familia que tengo...
Si he de pedirle una o dos canciones que me hagan pensar en este amor, serían: «Quiero amarte», de Rafael (que hace un tiempo atrás él me la dedicó), y «La pareja ideal».

Una historia muy linda con un final feliz para ambos protagonistas, que nunca desistieron ante las oposiciones que existían para su amor...
Cierto es, que para nuestros padres, las mujeres somos las «niñas de sus ojos», «las princesas de papá» y que muchas veces esto los vuelve sobreprotectores cuando queremos dar el primer paso en la vida matrimonial... Hemos de comprender que ellos, como personas más experimentadas, lo hacen porque conocen de la crueldad que hay en el mundo que limita la puerta de nuestro hogar y que ante nuestros ojos enamorados es invisible. 
Nuestra amiga oyente se enamoró de una persona que desde el principio la respetó y que, hasta el día de hoy, la sigue cuidando y adorando como a un tesoro. Pero a muchas señoritas (y cabe recalcar que a los caballeros también les pasa) no les toca esa suerte... En este pequeño planeta, existen millares de personas con distintas personalidades, distintas culturas, distintas ideologías, distintas prioridades y siempre tendrán mucho para sorprendernos (así también como para asustarnos). Por eso papá y mamá se preocupan tanto del futuro de sus adorados hijos, que por tantos años estuvieron bajo el cuidado de sus enseñanzas; porque llegará el día en que liberarán ese abrazo protector para que sean otros brazos los que abriguen el corazón de su progenie...; porque para ellos no hay protección más cálida y fuerte que la de ellos. Pero algún día todos seremos padres, y nos tocará proteger, y nos tocará liberar, porque la vida se basa en amar aquí, presentes, en la calidez del hogar, y allá, a la distancia, en el nacimiento de una nueva familia.
Historia emitida: 11/10/2015.